Nací en el '83, a apenas días de que Alfonsín fuera electo presidente. Mi infancia estuvo signada por la inflación, la híper, los carapintadas, los saqueos.
Crecí y me asomé a la adolescencia en pleno menemismo. En pleno "fin de las ideologías" y la farandulización de la política.
Creí en la Alianza, y después pedí que se fueran todos. Compré aquello de que la política -y los políticos- eran la suma de todos los males del país.
Y en 2003, mi primer experiencia como votante para presidente, elegí a Carrió (cosas de chicos).
Nunca pude votar a Néstor. Iba a hacerlo, obviamente, en ese ballotage que el turco impidió.
Lo mire con recelo, porque yo crecí creyendo que el peronismo era aquello que me habían hecho conocer personajes como Menem, Duhalde.
No soy peronista, pero fue Néstor el que me hizo creer en la posibilidad de alcanzar la justicia social.
Fue Néstor el que me hizo volver a creer en la figura del presidente, después de verlos a Alfonsín y De La Rúa huir humillados, y a Menem como una caricatura de lo peor de todos nosotros.
Y por sobre todas las cosas, me hizo volver a creer en la política.
Aquello que algunos idiotas llaman "crispación" fue el más apasionante debate de ideas y modelos de país que jamás antes pude vivir en mi vida.
Por eso, gracias por la política Néstor.
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